No puedo dejar de sorprenderme al ver tales juguetes, eléctricos modernos creados de la necesidad de sonreír por horas. Alegres adaptaciones que demuestran ingenio y creatividad. Mientras juegan los niños, no saben de pobrezas aunque vivan en ella, no saben de mercados menguados o del devenir de cuentas por pagar. Estos niños son ingenio e inocencia, desarrollo, originalidad y pasión.
Esta clase de juguetes llenos de recursividad y de afanosa necesidad, están los que llenaron a nuestra niñez de inmensa alegría, pequeñas realidades impresas en láminas de hojalata, simulaciones fantasiosas de la cocina de mamá, aviones de pila mediana que cambiaban de ruta al primer choque, sirenas ambulantes, juguetes de cuerda. Es que hasta destapar las salchichas enlatadas era todo un juego; insertar la llave en la pestaña y dar cuerda alrededor de la lata para compartir con tu mejor amigo el frío manjar.
Es el juguete, es el juego, es la academia temprana de futuros roles, es la socialización de inéditos guiones, de la fantasía, de la creación de inocentes momentos de otra realidad.
Qué bueno es recordar esos buenos momentos de nuestra niñez, jugando en la calle sin temor algunos yermis, tintin corre corre, Rejo quemado y no puede faltar uno, dos y tres con los carritos en el andén o pistas hechas con tiza. Ahora los nuevos juguetes de los niños están diseñados para captar la atención de estos pequeños, por eso además de ser apropiados para el desarrollo de los niños, resultan también para nosotros los adultos de lo más sorprendentes, facilitan el aprendizaje y desarrollo en las primeras etapas de su crecimiento, como, habilidades motrices, lenguaje, inicio de lectura, inicio de matemáticas, música y estimulación de su creatividad.
Por eso hoy en día no vemos a ninguno de nuestros hijos jugando como solíamos hacer nosotros, si no que prefieren juguetes interactivos que incluyen audio, efectos de sonido y música.
Por:
Mayra Forero
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